domingo, 1 de julio de 2007

Esta...mi locura de vos...



En unas horas asumiré la compostura del niño carente de malicia
y falto de postura ante la tremenda sensación de encontrar ese faltante
que suministra la total plenitud del bienestar.
Del bienestar que arrulla los extremos, con los olores más lejanos y discretos
hechos sólo para el alma que dispuesta, se halla entre las horas que perseguidas
por la ansiedad, apacigua el andar establecido con cruel paso de carroza fúnebre.
Mi sonrisa – tal vez un poco torpe – querrá ocultar la impaciencia de llegar a tu
encuentro con el pecho desnudo, y el alma encarando la clara luz que emana
solo de tu majestuoso e imponente rostro que se ve esclavo por el hechizo de tus ojos…
mas victorioso se encuentra al mirar del amante que confundido, retoma la pena
infantil para dar paso al ingenuo y abrupto deseo del encuentro aclamado…
El temor de la entrega coquetea con el deseo intenso de poseerte con el ojo puesto en lupa
y los sentires de cabal vigorosidad a las puertas de lo tan si quiera palpable a la fantasía,
y entre uno y otro descuido voluntario, descubro sin pena alguna,
que sos mi verdad del alma…
la verdad que recorre caminos con severos y firmes pasos eludiendo entre roses
la ficticia realidad de la terca e impostora imposibilidad que retoma los cuentos
de la impúdica fatalidad…
Comienzo a entrar en ti… tomo y ataño cada espacio atravesando el vasto umbral
que se derrocha a cada agitación del palpitar que incrementa el tiempo de espera,
y me hace perseguirlo con más audacia intrépida dejando atrás el amanecer, para dar
paso al dulce transe del transcurrir de las horas sin control ni espacio…
Culminar no es el final; más bien es el porvenir lo que se decreta, asomando
su rostro resplandeciente por entre las cortinas del palacio que alguna vez omitido
yace en los desplantes y risotadas de la locura, ésta… mi locura de vos…

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