martes, 31 de julio de 2007

Una estación de alquimia (segunda parte)


Crecer en este amor no deviene a mí en este instante de profunda meditación
y reencuentro con reminiscencias, conversadores fervientes de alusivos temas
de amor que sucumben ante los embriagantes deleites de impasivas confesiones.
Un mórbido e inconfuso llamado se penetra a travéz de mi longitudinario
letargo; abrir los ojos representa una desdicha brutal a mi deleitosa inconciencia
estimulada por borrascas que simulan manos de seda.
Es, en estos instantes en los cuales surge de mí un abandono temporal de
tu opulenta presencia que yace por doquier en mi ser, y el ascenso constrictor
de un sortilegio de malas luces, que demanda tomar un respiro recordatorio que deviene con prisa
del alma a tomar partida en la batalla onírica con el fin de resucitar los placeres
míticos que engendran en su vientre…
Con febril impaciencia, convulsionan mis entrañas con súbitos espasmos sin control
ni dirección trazada; abandonado a la merced de disposiciones impuestas por mundos
paganos se ve poseída la razón, y he aquí que irrumpe la vieja onomancia en auxilio maternal
–que difiere en demasía de la figura salvadora ontológica dispuesta en mis entrañas-
llena de ímpetu
ceremonial de áureas alquimias empolvadas.
Entre páginas y vagabundas líneas cóncavas, surge la composición correcta que profetiza
un incierto umbral de dolor, que se extiende vasto y pleno sobre la superficie reverdecida
del frío que ingiere oneroso las absurdas restricciones de las hadas que no se dignan
siquiera acariciar las huellas de andantes caballeros sin rumbo ni hogar añorado.
He aquí, que el umbral metamórfico, no redime mis dolores, y tomo con sigilosa malicia
cándidos escalofríos sistémicos que deparan una profunda intriga, al no ser domador supremo
de las gentiles emociones que acompañan gritos de soledad con extrema elocuencia.
Mi ser, sin más remedio, se transfiere al infinito en difusiones moleculares caudalosas, siendo
el supremo y último desesperado recurso de llegar a ti sin reparo presencial,
solo para ser testigo puntual, de tu encuentro primaveral
con tu dador de vida que es el Alba…caudal de derroches multicolores, que de
tu rostro se aferra para guiar y dar luz a la eterna oscuridad de cordura que
ensombrece la magia y dignidad del alma pasiva y subyugada a historias de armaduras
de brillante aspecto.
He de caminar, y seguir soñando tu encuentro…

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