sábado, 10 de noviembre de 2007

Resurgiendo de los procesos Necróticos...


Entre procesos necróticos, mis días voladeros transcurren entre dudas y verosímiles
conjeturas sobre ausencias degradadas por unos tantos informantes faltos de
surrealismos Morfinescos, que hallados y creados en cóncavas tinieblas,
declinan alzar voces estrepitosas para luego pronunciar profundas carencias de poeta neófito.
Solicito de tu alma una presencia constante y permanente, lo cual, detona mis
mis alertas y me levanta de mi narcosis rutinal, para elevarme a tu espacio empíreo
donde gozo de tus cándidas alegrías.
Sobre multitudes, existe una brecha efímera, vasta en su pobre percepción de a diario
(bufonadas cataclísmicas de todos) que retumba en los dones plebeyos de cada rincón
disperso del alma incauta y abstenida; sin un mínimo goce de la soledad, sin añoranzas
de la ausente plenitud, sin patologías dementes ni sombras venideras…
Recapitulemos lo anterior: ¡Mi locura sigue dependiendo de vos!
Te reencuentro en cada latitud que mis sentidos locos y dispersos dictaminan
como tus espacios de usual concurrencia; así pues, ojos saltones de rasgos disvariantes,
danzan de un lado a otro al ritmo de una furtiva expectativa neurótica,
queriendo encontrar la paz
que los libere de tal condena.
Sediento, Intranquilo, Incansable… ellos no saben que la libertad depende tan solo de tu mirar,
de que me pronuncies en tus sueños,
que me persigas constante entre páginas de conjuros terapéuticos
o algún arcano verso de Sagot, o que tan solo… me hagas vitalicio en tu porvenir de mañana…
Permanecer y reclamar, estrechar la calidez de tan solo un soplo de tu remanente de luz,
sería mi sístole y diástole, renovando y exaltando las frecuentes visitas nocturnas a tu lecho
infalible; ahí donde permaneces virginal y señorial, suprema de mis pensamientos
que cautivos alzan plegaria, emblemática impronunciable de las bocas trovadoras.
Hechizadora, Conjurante, Creadora… dilatas constantemente las ceremonias
que llevo a ti, cargando los aromas de un pasado y este presente del cual me aferro
como el viejo marino que fui de la deriva de todos los fantasmas del pasado, los cuales
nunca me prepararon con enseñanza ni sabiduría, para las primicias de un regocijo incalculable
que derrochas sin premeditación sobre mi expectante y ebrio corazón.
De nuevo, pero esta vez con una exótica terquedad, te sigo trayendo en mis versos
para seguir construyendo nuestro puente indestructible; y de súbito te digo:
¡Hoy es uno de esos días en los cuales… te amo con suprema nostalgia,
llenos de una lejanía tan pronta que lo puedo confirmar bajo la
distante sobriedad de un constante “Non Plus Ultra”
que galopa en mis indómitas antologías de tus caricias.
Mi vida anacorética solo ha cambiado el rumbo de las plegarias, que ahora son para ti,
y mis penitencias radican en el tiempo de tu ausencia;
todas ellas, solicitan alivio de las composiciones anacreónticas que surgen
con un caudal sin fin…
Tendré que cambiar el curso natural de la vida, para llevarte conmigo en la muerte,
sin pretensiones egocéntricas he de raptarte, sólo dando paso a la necesidad de volver a nacer a tu lado; de darme aliento del tuyo… y así no he de morir jamás…
Renacer con el prestigio de tu luz y las memorias, detonan nuestra vida en sigilosa armonía; son la suprema opulencia de un caudal infinito y enardecido por la premura de amar sin permitir un segundo de soledad.
No sabremos cumplir promesas amorosas de las masas pujantes, porque nosotros somos las promesas mismas de los deleites del amor… Y así, perplejos, descubiertos, irrestrictos, viajamos entre Olimpos reverdecidos; perecemos complacientes para luego poder vivir de nuevo el retorno a la vida una y otra vez… y seguir el ciclo de la supremacía eterna.
Antagónicos, Irreductibles, Constantes…